domingo, 20 de julio de 2008

Probablemente Música

I

En un aula de un conservatorio, un profesor espera a los alumnos. Cuando todos terminan de acomodarse la clase comienza.

Hola a todos. Vine un rato antes, parece. Mi nombre es Julio Orsori. Me llamaron para reemplazar a Beatriz Orsoni. Bueno, me presento… Yo no soy de Buenos Aires. Soy de Bahía Blanca, como Beatriz. ¿Alguno conoce Bahía Blanca? Hay buenos músicos por allá. Hace un poco de calor, no? Estas luces dan calor. ¿Se pueden abrir las ventanas?... ¿No?... ¿Están trabadas? Ok… Voy a pedirles sus nombres… Me los voy a ir aprendiendo de a poco. Ténganme paciencia con los nombres… Yo voy a hacer su profesor de Tecnologías Musicales II… Es música, pero acá lo llaman así… No se preocupen, yo no me manejo con temario, ustedes ya son grandes, prefiero plantear algunos temas mas concretos… ¿Leer música saben ustedes, no? Ah, Beatriz les dejó una cinta, como no se pudo despedir… (Busca un cassette en su bolso y cuando lo encuentra lo coloca en el reproductor del aula. Cada aula tiene su reproductor. En el aparato se escucha la voz de Beatriz. Durante la escucha, Julio se desconcierta.) Perdón, me equivoqué. (Sale)


II

El mismo profesor entra en un aula de un conservatorio. Ya todos están acomodados. Comienza su clase.

Hola a todos. Mi nombre es Julio Orsori. Me llamaron para reemplazar a Beatriz Orsoni. Sé que no les avisaron que iba a tener un reemplazo, a mí me llamaron ayer a la tarde. Ella me llamó. Tuvo un pequeño percance… ¿Les avisaron que no iba a venir?... No se preocupen, está bien. Tuvo que volverse a su ciudad por un asunto familiar. Ella me llamó cuando estaba llegando a Bahía Blanca… Yo soy de Bahía Blanca y estaba en el micro “La Estrella” y recibo en mi celular la llamada de Beatriz… Y me tuve que volver para acá… Bueno, no es que tuve, sino que… Es un gusto para mí, venir a esta clase… (Ríe) Recién me equivoqué y me metí en la clase de enfrente y… Bueno empecemos con nuestros nombres… Ah, me olvidaba… Traje una cinta que… No, mejor se lo… Mi hermana había grabado un cassette… No importa, arranquemos con los nombres de cada uno así vamos asociando nuestras caras con los nombres… Podemos hacer un juego para esto que es muy simple… Nos ponemos uno al lado del otro y el primero de la fila va a decir su nombre y el que sigue dice el nombre de su compañero anterior y el suyo propio y así sucesivamente. ¿Nos acomodamos? ¿O prefieren que los vaya nombrando por la lista?... Por la lista mejor, no?... Voy a buscarla a preceptoría, salgo un momento… (Sale. Su bolso queda solo emanando una música tenue. Vuelve.) No hay nadie… Dejemos lo de los nombres para otro momento… Hay otras formas de reconocernos… Cuando en casa cocino con mi hermana, nosotros jugamos a cambiar los nombres de las verduras; ella es vegetariana pero yo no me lo permito. Trato de… Y bueno la idea es reconocer a los vegetales por su forma, todos pertenecemos a una forma. Por ejemplo, la zanahoria pertenece a ese color y a esa especie de conificación. Si te alcanzo una zanahoria pero te digo: “Tomá la intemperie” por más que yo la llame como la llame, vos jamás vas a dudar de que es una zanahoria… ¿Se entiende?... Es fácil, de ahora en más somos el instrumento que tocamos… (Ríe como para aprobar su propia idea. Ya es feliz.)
Ok, me gustaría saber que estuvieron trabajando con la profesora… Mi idea es trabajar con ciertas teorías que sé que se han desarrollado en este lugar, quiero decir acá en la escuela. Pero de una manera más práctica… Vamos a hacer música, pero no se asusten, no vamos a componer. Sería como pedirles que cocinemos un plato todos juntos… La idea es ponernos en contacto con esas cosas que algunos han olvidado y más en este tipo de lugares… Por ejemplo: ¿alguien se siente diferente?... Sí, diferente… Yo sé que en este lugar hay alguien que se siente un bobo… Pero no se preocupen, de eso se trata, de lograr que ese gen extraño que nace en el seno de una familia cualquiera, puede ser la mía tranquilamente, se expanda y arme un proyecto. No deberíamos dejar que nos acose una sensación de menosprecio… Tenemos que llevarnos bien… Aquí no habrá bobos… Vamos a utilizar ese gen deforme para trabajar… Hay que lograr una buena comunicación… ¿Cuántos somos? A ver… (Los cuenta.) Somos bastantes… Muchos instrumentos… Yo tengo un plan a seguir que me dieron. Pero yo no estoy de acuerdo… No se puede limitar a la música como al cine, es una picardía… Porque el cine es una pantalla que es apenas una pequeña ventana, cuando podrían ser varias pantallas con superficies irregulares en todas las paredes de una habitación, bajo las cuales formas y colores puedan ser proyectados y así lograr esa expansión tan necesaria…
Y para eso yo traje un pequeño intento de expansión, sonora por supuesto… (Ríe.) Son garabatos un poco insensibles aún, pero estaría bueno que compartamos opiniones… (Saca del bolso unas partituras.) Éste trabajo intenta refutar a las polifonías lineales… Y creo haberlo logrado anulando la idea de los doce semitonos… Creo que seguir trabajando con ustedes va a ser muy fructífero para mí, para el material y por supuesto para ustedes… Tengo más copias en el bolso.


III

Un profesor trabaja con sus alumnos en un aula de un conservatorio. El ambiente no es afable.

Entiendo lo que pasa, si hay algo que me sobra a ésta altura de mi vida es percepción. Pero me niego a aceptar este tipo de situaciones… Somos grandes e inteligentes… La sinceridad es muy agradecida pero no nos abusemos… No digamos “ya está, ya se lo dije” y nos tiramos a dormir la mona… Hay un planteo, que se discute, se conversa, hay todo un “voy y vengo” constante que no podemos omitir… Yo detesto a la gente terminante porque eso es ser un flojo. Las cosas no se terminan nunca de resolver, todo es una lucha constante, siempre estamos en proceso. Lo que se ve o se escucha de nosotros es solo un fragmento de un todo infinito y si somos concientes de esto no nos podemos permitir concluir nada. No podemos decir “no puedo”, porque ya estamos en una que no nos podemos perder… Involucramos gente en las cosas que hacemos, sin darnos cuenta quizá, pero están ahí: hermanas, kiosqueros, curas, sobrinos… Nosotros trabajamos para ellos, no hacemos nada para nosotros, queremos ser consumidos… Yo los veo con miedo… Y eso me ofende un poco… Mi hermana siempre dice: preparate lechuguita que el cuchillo cobarde te cortará. Y tiene razón…
Voy a hacer más claro con ustedes para que todo sea mejor de acá en adelante… Soy optimista… Me gusta saber que las creaciones de uno terminan en otros, como una cadena interminable que nos gustaría cortar pero siempre hay un pobre infeliz que espera eso que hacés casi sin darse cuenta. (Ríe.) Si por lo menos se diera cuenta…
Vamos a empezar de cero, como si nunca nos hubiéramos visto, un nuevo contrato. Pero esta vez nos respetamos más, sí?


IV

El mismo profesor en un aula de un conservatorio con sus alumnos, completamente desencajado. Antes de hablar oye una canción con sus alumnos.

Supongamos que yo soy ese hijo de puta y canto con ese color de voz y ese charme en los fraseos, saltando como una gacela por encima de todas esas líneas armónicas de todos esos instrumentos, con mi habitual cadencia para pronunciar cada una de esas palabras. ¿Qué pasaría? ¿Eh? ¿Qué pasaría? ¡Se los pregunto a ustedes!
Claro, todo sería más fácil, no es cierto? Creen necesitar ese especie de guía místico que con su voz los agarre de las narices o de la parte más profunda de su ser y los lleve de paseo por el mundo de las melodías, donde no hay que pensar qué nota es la que viene después de ésta o de aquella, donde soy dominado por mi instrumento y no un simple esclavo de la técnica, y todo fluye, fluye, fluye… ¡Músicos! Imbéciles, idiotas con cara de nada, egocéntricos, solo piensan en como van a sonar ustedes. Niegan el conjunto y se maman en bares mugrientos hablando de polifonías lineales. ¡Polifonías lineales! ¡Básicos!
Porque no hacemos una orgía. Sí, una orgía. Somos un buen número y además hay tantas mujeres como hombres, solo hay que sacarse la ropa y entregarnos por completo el uno al otro. Sin pruritos. Sí, una orgía es mejor que seguir intentando esta estupidez de la música. Ustedes quieren trascender, bueno acá tienen una opción. Miren al energúmeno que tienen al lado e imagínenlo desnudo y bufando como un buey. Utilicen la imaginación para entender a su propio cuerpo reaccionando frente a un batallón de pechos, brazos, piernas y genitales dispuestos a todo…
Yo no soy fácil, lo sé. Todo me cuesta un poco más cada día. Estoy cansado. Juro que me levanté pensando en como tener un acercamiento sincero con ustedes… Voy a dejar la merca. Me di cuenta que esa claridad a la cual me referí durante todo este tiempo era un poco… confusa diría yo, pero ese límite que ustedes me plantean también es confuso para mí… ¿Por qué el desorden? ¿Eh? ¿Por qué? Y eso es solo una cosa. Ojalá fuera eso y nada más… Los besaría, vendría todos los días a la seis y media en punto solo para besarlos aunque me dé asco. Les soportaría hasta esos rulos repugnantes repletos de humedad constante y sonante. ¡No me importaría nada si todo esto fuera solo por un poco de desorden!… A mi no me gusta hablar de mi, siento que se pierde el tiempo en las individualidades, pero caminando esta mañana por mi casa, encontré un pedazo de papel arrancado de una revista, de esas del corazón. Mi hermana suele colocar en la heladera, con unos imanes, fotos de desconocidos que saca de éstas revistas. Éste pedazo de revista, del otro lado de la foto, conservaba una frase, seguramente descontextualizada, pero que decía: “los libros van llegando, por una simple razón: yo quiero saber cómo “mi” historia se va metiendo en la historia general” Me siguen, me pueden seguir. Es posible que se puedan subir… A mi moto y agarrarse de mi cintura fuerte… Tienen una mínima noción de lo que es tener en frente de uno, a una estupenda y sensible idea… Idea. ¡Una inquietante y enfermiza idea!
Los necesito… Quiero que me abracen y me hagan sentir bien… Mirémonos a los ojos y lloremos hasta secarnos. ¡Sensibilícense, mierda! ¡Compadézcanme! Hagan algo que me transforme en esa cosa fangosa y uniforme que se escurra por sus cuerpos y entre en sus cabezas y les dicte cada paso que van a dar… ¡Vamos a ser enormes! Vamos a ir casa por casa inundando de esta melaza cada ventana, cada sillón, cada manguera, cada porción de pizza que se coma en este mundo, va a tenernos a nosotros ahí, haciendo sonar nuestros instrumentos… Le vamos a meter la lengua en la oreja a los viejos a punto de morirse para que se lleven al otro mundo todo lo que nunca en su paupérrima vida supieron encontrar…
No estoy pensando bien, estoy un poco desequilibrado…
Yo siempre quise ser docente… Es algo natural, nunca estuve dispuesto a pegarle a nadie y mucho menos a una criatura. Pero para ser docente tenía que aprender muchas cosas. Mi hermana, un día en su cama, me enseño lo que es ser maestro de adultos. Adultos. Así, como ustedes, llenos de rencores y desesperanza. Y es diferente… Hay roles invertidos…
Pero saben qué, el rigor no nos conduce a nada. En mi familia se respiraba libertinaje y en la mesa cuando comíamos podía pasar cualquier cosa, con las manos enchastradas… (Se mira las manos.) Solo hay que saber reconocerse para poder ejecutar lo que uno quiere.
Imaginen si uno quiere escribir en un papel, escribir simplemente, y cuando vas a ejecutar esa acción, tus brazos se empiezan a agitar como si fueses a remontar vuelo. ¿Imaginan que situación desesperante? ¡No poder controlar nunca más a tus brazos! ¿No es horrible? ¿Eh? ¿No es macabro eso?... Bueno eso es real. Sucede. Y en este momento le esta pasando eso a alguien en algún lugar, en su cuarto, o en el colegio, o frente al médico de cabecera. ¿Se comprende?
Tenemos más condiciones que las que nosotros creemos… Escuchen, oigan, perciban, hagan de cuenta que pueden meterle mano a eso que no se ve, como si fuera una gran laguna llena de sapos, y agarramos a uno y lo reventamos, agarramos a otro y lo estrujamos con una mano, y así nos vamos llenando de tripas los bolsillos. Sí, tripas, eso nos hace falta, tripas. Hay que enchastrarse de sangre y tripa, hay que respirar esa entraña que nos consumieron esos híbridos mal formes que se hacen llamar intelectuales. ¡Qué vergüenza! Agarraría a cada uno y me los iría metiendo en la cabeza para que se embarren. ¡Manga de conchudos mal cogidos! ¡Me rechazan por ignorancia! ¡Son estúpidos y no les avisaron! ¡Son enfermos! ¡Ay!...
Por eso los elegí a ustedes. Por eso estamos acá, juntos, podríamos estar muy separados, pero no, estamos juntos. Somos una barra… Por algo están acá. ¿No?... Yo no los obligo a nada; en todo caso los conmino y ustedes permanecen, porque saben, muy en su interior, que no estoy equivocado, que todos estos meses de trabajo no fueron en vano. Yo puedo tener muchas falencias pero esta vez las cosas son diferentes…
¡Hay una gran mujer esperándonos! ¡Una gorda! ¡Una hermosa y linda gordita que yo mismo creé con mis manos y con todo mi cuerpo! Y a hacia ella los quiero conducir, porque si somos más vamos a poder abarcarla mucho mejor, y la vamos a poder explorar y entender bien. ¡Síganme, denme toda su atención y se van a acordar de mí para siempre! ¡Se van a sentir únicos!...
Claro que para eso les falta mucho… Mírense las manos… Todas esas huellas que les ha dejado el instrumento, son motivos. Pequeños y grandes motivos. Está en ustedes obviarlos o tenerlos en cuenta… Toquen con respeto… ¿Qué es lo gracioso? ¿Respetar un trabajo que casi destruye una convivencia les parece gracioso? Ah no, claro, se creen con derecho. ¡Derecho de destruir cada sutileza con irresponsabilidad! Ríanse, pero escúchenme bien, en cuanto yo sienta que una sola de sus falanges se comporta como un engranaje de una maquina repetidora de sonidos, juro que… Juro que…
¿Por qué me hacen esto? ¿Se dan cuenta en el estado en el que me encuentro? No me reconozco… Mi hermana en casa ya no me saluda, solo lee… Es angustiante la soledad… Es como un nene caprichoso que grita, y grita, y grita, y te va rompiendo cada una de esas terminales que unen a las neuronas, y nos mantienen estable. Todas… Todo se distribuye de manera incorrecta, como si en vez de entrar a nuestras casas a robar, entraran a desacomodarnos las cosas de lugar… Es todo tan complejo, todo sucede tan al mismo tiempo y azarosamente. Es terrorífico y fascinante a la vez…
Hay que abandonar a las polifonías lineales y los doce semitonos de una vez y para siempre… Hay una contradicción entre el sistema polifónico lineal y el resultado percibido. Pero esta contradicción desaparece cuando la independencia del sonido es total…
Tenemos que intentarlo, aunque sea una vez… Juro que está todo acá… (Señala una carpeta.) Mírenme a los ojos y traten de seguirme… Hace meses que vibro y nadie lo nota…
¿Empezamos?

No hay comentarios: